¿Cómo es la fortaleza y la resiliencia académica en la práctica?
Los docentes deben entender, personificar y comunicar la
experiencia de hacer frente a los contratiempos y fracasos, pueden ilustrar
respuestas adaptativas con el fin de mostrar cómo nuestra mentalidad, nuestra
aceptación de los errores y la capacidad de ajustar nuestro planteamiento se
combinan para dar forma a nuestra resiliencia, pueden aprender también algo
nuevo y complejo a la vez que sus alumnos, y promover un entorno donde estos se
sientan psicológicamente seguros para asumir riesgos.
La gestión del miedo al fracaso y la ansiedad es un factor de la fortaleza académica, por lo que resulta fundamental desarrollar la inteligencia emocional de los alumnos y su capacidad para hacer frente a las emociones negativas de manera eficaz. Con el tiempo, la intensidad del miedo y la ansiedad disminuyen gracias a la capacidad de gestionar activamente las emociones.
Establecer objetivos también es esencial para la
resiliencia académica e importante en cualquier entorno de aprendizaje. (los
objetivos mejoran el compromiso, son estimulantes y se formulan en colaboración
con el alumno).
Los alumnos que se
sienten autónomos están más motivados para perseguir sus objetivos.
Los docentes
favorecen una sensación de autonomía y control cuando se centran en los
intereses y preferencias de los alumnos, les permiten determinar el ritmo y el
proceso de aprendizaje, les explican el valor de lo que están aprendiendo y
están abiertos a sus preguntas y opiniones.
Los docentes resilientes forman alumnos con resiliencia
académica.
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